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miércoles, 11 de mayo de 2011

Nueve

Si abrieras tus fauces doradas
y la apertura me arrancara el brazo derecho
con histeria repetiría
que la sangre perpetua
permanece incólume entre mis sesos.

Si tu dedo izquierdo apuntara mi herida
a borbotones ensimismada
con rechazo no te diría
que la piel se retrae
y que el muerto camina.

Si estos son tus designios
Si esta es la flama que apagada
inflama cada recodo de este mi río

Me ensancharé en desgracia
acometido por cuervos
y la ignorancia mordida.

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