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martes, 15 de marzo de 2011

Presentación

Me presento en sociedad

como un declive arrinconado

Me presento ante ustedes hermanos

como el hoyo en la entrepierna

como la delgada marca del lápiz sobre las sobras

un pedazo de minuto aprisionado.

Me presento aquí como la nuca de lo evidente

Un rezago crepitante

Que rebasa el estruendo ajeno.

martes, 8 de marzo de 2011

Veinte

El tejido sangrante de mi brazo derecho
atenaza el delgado curso de mis huesos roídos.

Mi mano derecha
es un puñal sin filo que se muestra blando ante la muerte.

Estos aquí son mis dedos en carne viva
sometidos a la tortura de un papel en blanco.

Estas son las letras que brotan de cada escape poro de mi suelo molido.

Soy un hoyo sin fondo que inválido duerme bajo las sombras de lo inconcluso.

lunes, 7 de marzo de 2011

Primera Versión de los hechos

Cuando niño, Pascual, solía apuntar sus delgadas pestañas al sol de enero. Sus ojos parpadeaban y dos lágrimas surcaban sus mejillas acompañando la escena. Pascual Del Río estático como un poste en posición de crucificado, baja la mirada y sus ojos cegados, y abiertos, confunden la realidad con un baile de manchas blancas y otras de color inclasificable. A veces dejaba caer sus párpados y las manchas pululaban en el telón oscuro. Pascual sonreía y movía las manos intentando, vanamente, explicar lo que estaba viendo o quizás no. Su madre hablándole al oído, menciona todo lo que conoce sobre las desventajas de una mirada que apunta al sol. Pascual Del Río con una mueca desaprobatoria, ignora las recomendaciones. Niño que no comprende razones y que no sabe de las delicias de la ceguera. Pascual recibe, un lunes, de su madre, un par de lentes imitación de Ray Ban color marrón y de gran tamaño. Sus pequeños ojos cubiertos como la mitad de su rostro, en sus labios se dibuja una leve sonrisa, su madre lo mira con complicidad. Quizá se quede ciego antes de llegar a los treinta años. Pascual, tan pequeño, es una mosca que temerariamente vuela al sol.

Recuerdo

a mi viejo

Este es el primer instante que plácido se retuerce en el tiempo,

este es el primer dominio en el que me detengo

con esta tu epidermis redoblándome cerca de los dedos.

Hoy me disfrazo de ti, padre

mientras floto en la histeria de mis dientes nuevos.

Hoy soy un mechón de pelo en tu nombre

un intento por decirte

un momento en que te hablo

Desde este, mi lugar

Este pálido papel en el que te dibujo


Refranatas

Dígase que caí del palto

En el mismo instante que el pez moría por la boca.

Pero yo había abarcado más que apretado,

Había puesto mala cara al tiempo

Sin cuchillo de palo.

Con los dientes duros clavados en el pan agudo

Te escribo para decirte que no tengo hambre de pan duro.

Mujer que nació estrellada y sin estrella

Ya vi tu cara necia que mira mis oídos sordos.

Mujer que corre el agua y no deja de beber.

No escupas al cielo que el corazón no siente.

Ya sabes que perro que muerde tampoco ladra

Y que no hay madrugada que despierte a Dios.

Deja que se cueza el tiempo

Y no me mires los dientes

Pues no pretendo pajarearte los tiros

Ni comer nueces mientras mato mucho.

Ya en tiempos de moscas abiertas y bocas cerradas

Salgo a gritarte que no me gusta que me pique la sarna.

Porque contigo ni pan

ni cebolla.

Primera Versión de los hechos

Pascual del Río camina presuroso por la larga avenida, lleva la gorra de vigilante particular, una chompa gris con motivos cusqueños y los pantalones caqui arremangados hasta las canillas. Sus zapatos fueron el boom del año noventa y cinco. No se rasura desde el verano. Cae un fina garúa de junio, de esas que empañan inevitablemente los anteojos, las que no permiten percatarnos de lo próximo a empujarnos. Pascual Del Río tirita, mas aún el frío aún no llega a morder los huesos. Es jueves, su mano derecha lleva un recorte de periódico con la cara del presidente, le ha pintado bigotes y unos bonitos anteojo de carey. Bajo su brazo izquierdo lleva una caja de pizza tamaño familiar con sombrero guinda y letras negras. Pascual detiene de golpe sus pasos, el viento de pie frente a él detiene su prisa, es por esto que Pascual desenvaina su espada y apuñala dos veces al viento que herido de muerte cae de bruces al suelo. Pascual Del Río, arrepentido, se agacha para ayudar al viento a levantarse. Una tenue luz amarilla alumbra sus delgadas manos vacías, luego llora dos lágrimas. Sigue su rumbo con la mirada arrepentida. Se muerde la lengua.

jueves, 3 de marzo de 2011

Sin título

A Alejandra

Reconozco tu intemperie monosilábica
de incendios acorralada
en esta palma manual
herramienta inútil de lo insomne.

En estas dunas ligeras
intento tus días invertebrados
de arterias traslúcidas
rebasadas por adiciones imaginarias.

Entonces llego aquí
con estos (tus) brazos arrebatados
extendiendo el uniforme misterio
de aquello adherido nuestro


En un espacio pintado
como tus mejillas
a la luz de un farol dormido
en una calle que no existe.

Asfalto

Asfalto
Negra brea amasada en el infierno
Abundante en cada arteria de la bestia.

Plaga
Peste oscura pisoteada de calor
Bulle en rocas fascinadas por la fiebre.

Amalgama
Rabia contenida
Esconde el magma de otra ciudad evaporada.

Mercurio

¿Qué reconoceré fuera de mi ventana
si solo aparece Mercurio pintándome de gris?
¿Qué será de esta tierra azarosa
de ladrillos esparcidos
pulverizados en las montañas?

¿Qué puedo hacer si me paro en cruz
intentando sacudirte los brazos
que no tengo?
¿Qué sostendré en la punta de mi vientre
cuando faltes en mi casa?

¿Qué dibujaré en esta tierra de óxido
si ya mi boca aparece como ventana
en un charco desviado
por brújulas
y un desvarío de octubre a mediodía?

Imagen de verano con las paredes derrumbadas

Si fueras una hoja que cae en otoño y rueda hasta perderse de vista

Si fueras una calle de Budapest
con mercaderes y pecados.

Si tan sólo fueras las monedas que no tengo
la taza de café
y el cigarrillo.

No estaría imaginándote transmutada en mi frente y mi mentira.

Cuarenta y uno

Satanás recostado sobre su silla plateada
guarda una moneda en el vaso de vino.

Me ha llamado desde un hoyo dibujado entre las persianas
un seductor anhelo de humeante mordida
tocando mi desvencijada columna como un acordeón.

Gran paladar humeante
que conoce donde apoyé mi último dedo
has llamado con un chillido cada rugido de esta mi carne.

En el principio estuve al frente sosteniendo tu copa
con tu moneda bailándome en la garganta.

Nocturno bajo

Esa noche fui engullido por una fiebre de asfalto
mientras un incendio arrasaba mi delgada mano derecha.


Aquella noche mis sienes eran atravesadas por un universo de serpientes rojas
que poblaban mis ojos de huevecillos
y yo pidiendo misericordia a un pedazo de acera
he rodado hasta el filo de lo indescifrable.


Esa noche las nubes grises inundaban mis pupilas
y yo le pedía a mi cuerpo humanidad
pero sin querer y en un espacio ficticio


Mi extraño cuerpo se evaporaba en silencio.

La urbe incendiada

La urbe incendiada

La mecánica del fuego inundando cada engranaje de la gran vía

Los gritos humeantes de los cuerpos carbonizados

La mutación de la piel errante de hombres inmundos

Las paredes

Las esquinas

Las puertas de cada casa

Amarillas y sedientas



Este es el fuego que purifica

Que amalgama el verde de los árboles

Con el oscuro centro de las avenidas



Es este el extraño que desaparece lo que buscamos

Este fuego que arrasa hasta la ceniza.

La urbe incendiada

La urbe incendiada

La mecánica del fuego inundando cada engranaje de la gran vía

Los gritos humeantes de los cuerpos carbonizados

La mutación de la piel errante de hombres inmundos

Las paredes

Las esquinas

Las puertas de cada casa

Amarillas y sedientas



Este es el fuego que purifica

Que amalgama el verde de los árboles

Con el oscuro centro de las avenidas



Es este el extraño que desaparece lo que buscamos

Este fuego que arrasa hasta la ceniza.

Crónica de un accidente ferroviario en Bengala

Se ha descarrilado un tren en una aldea sin nombre
y entre rieles una mano cava apresurada
avergonzada de la sangre derramada la noche anterior.

Entre gritos una maleta abierta sin vida
halla un hoyo donde cuerpos pelean
apretujadas manos pululan entre sollozos
mientras la calma endurece las lenguas.

Muy lejos, en la estación, el auricular de un teléfono se balancea dormido
se oye el paso apresurado de gente etérea
Entonces una mano golpea una ventana empañada
mientras el viento rasga su viejo traje.

En el principio, Lima

En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas
Enrique Verástegui


Yo vengo de un país donde la poesía ocupa cinco cuadras
lidia su respiración entre ladrillos
colillas de cigarrillos en el pecho.

Vengo de un país donde la poesía corre desnuda
perseguida como bruja
meada por los perros.

Vengo de un país donde la poesía cuelga de un letrero oxidado.
Es una vía de doble sentido.

Avalancha

Soy una gota aislada en medio del témpano
Una lágrima seca reducida a ceniza.

Soy la delgada capa que cubre las piedras al caer la nieve
Un insignificante estado de condensación.

Mas un día mi furia se desatará en avalancha
El día del fin (cuando el sol se incendie en el poniente)

Y en mi centro enterraré a los vivos.

Ellos

Le han clavado un hombre a la cruz
para humanizarla,
pues de cada astilla surgirá una gota,
pues sedienta es la tierra donde descansa el frío.

Les han dicho que guarden silencio
entre gritos
Agarrados de las manos son aniquilados
por la luz celestial.

Nosotros éramos una fuente
alegría de la plaza central
mas un día nos cosieron los dientes
para ahorrar sonrisas

Es esto lo que no debo decir
y me callo.

Juana de Arco

Si me sintiera hielo
y un susurro en el oído derecho
me congelara el alma.

Si durmiera en el sol
con abrigo de piel
de una tarde entre maderos.

Si respirara infierno
Si el fuego me paralizara el tiempo

Sabría mi corazón fundido a esta tierra.

Primera Batalla

Una mujer sumergida en un estanque
es la otra cara de la luna.
Arturo Corcuera

Si he de perderme en tu costado inimaginable
como si te imaginara escapar de la noche
tan nocturna.

Si se me diera por mencionar tus tres cosas
que no menciono
Tus negros abismos míos amables
Las formas perfectas de perderse frío entre tus pérdidas
Tus desconocimientos desfavorables ante mis favores desconocidos.

Si te dijera que no importas dicha
Y que la importancia no importara si fuera un sustantivo de esos que no guardo en el bolsillo de mi camisa]

Si ya la camisa no guardara la importancia de ti como bolsillo.

Si me quedara quedo Si me volcara vuelto

Veintisiete

Yo nací en una moneda
cuando el otoño era hoja viva.
Recogí el silencio en una caja
para perderme como gota de aguacero.

EL POLVO ME LLAMA Y HE DE SEGUIR SU SENDA

Hoy espero el arribo del árbol de la memoria
abrazado al cálculo infame.
Hoy soy dueño del presente
y de una mujer parecida al papel.

Treinta

Aquí todo es abajo
apartándose en un río
donde las burbujas explotan unas a otras

Aquí, en la cavidad,
hay un vacío
insensato pleno de piernas cruzadas

Aquí, abajo, en la cavidad
hay una ruta, un camino, un desvío
donde te camino.