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lunes, 7 de marzo de 2011

Primera Versión de los hechos

Cuando niño, Pascual, solía apuntar sus delgadas pestañas al sol de enero. Sus ojos parpadeaban y dos lágrimas surcaban sus mejillas acompañando la escena. Pascual Del Río estático como un poste en posición de crucificado, baja la mirada y sus ojos cegados, y abiertos, confunden la realidad con un baile de manchas blancas y otras de color inclasificable. A veces dejaba caer sus párpados y las manchas pululaban en el telón oscuro. Pascual sonreía y movía las manos intentando, vanamente, explicar lo que estaba viendo o quizás no. Su madre hablándole al oído, menciona todo lo que conoce sobre las desventajas de una mirada que apunta al sol. Pascual Del Río con una mueca desaprobatoria, ignora las recomendaciones. Niño que no comprende razones y que no sabe de las delicias de la ceguera. Pascual recibe, un lunes, de su madre, un par de lentes imitación de Ray Ban color marrón y de gran tamaño. Sus pequeños ojos cubiertos como la mitad de su rostro, en sus labios se dibuja una leve sonrisa, su madre lo mira con complicidad. Quizá se quede ciego antes de llegar a los treinta años. Pascual, tan pequeño, es una mosca que temerariamente vuela al sol.

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